Jarrón improvisado
La florista de la calle donde compraba las flores cuando vivía aquí en Buenos Aires siempre me regala una en color Verili cuando nos encontramos ,cada vez que vengo a la ciudad. Le digo que vengo de paso que no tengo jarrón y ella me dice que sí que me la lleve y cada año la guardo dentro de un libro y se queda seca en el recuerdo.
Son momentos pequeños que a mí me emocionan ; una flor junto a un cepillo de dientes ; así es la vida ; una composición de amor.